Nieve, lluvia, barro, arena y un esguince de cilindro.
De Boumalne llano al BMW CAMP con esguince de cilindro.
Escrito por Javier (Navegante), fechado el 31 de octubre de 2018.
Amanece, un disco rojizo asoma con fuerza desde el este. Sus dorados reflejos iluminan un cielo oscuro, limpio, despejado. Poco a poco, muy lentamente como regodeándose en su victoria sobre las nubes, el disco se vuelve naranja, amarillo y dorado. Una brisa cálida anuncia un día templado, limpio.
Van apareciendo los riders y la organización, levantada desde hace tiempo como todos los días, llevan de trajín algún tiempo ya. La ilusión del trabajo bien hecho llena sus rostros de una eterna sonrisa, llevan días ya de trasiego, de trabajo, de preocupación por los detalles y en sus rostros colgada esta eterna sonrisa, es maravilloso encontrase tan protegidas.
Ya es nuestro tiempo, Javier coloca el porta roadbook, la bolsa del baúl y la pequeña mochila del manillar, me observa con esa sonrisa franca, como todos los días, como queriendo despertarme con un susurro. Lentamente sube a horcajadas sobre mi mullido lomo de goma-espuma forrado de piel sintética. Arrancamos y salimos pasando por debajo del arco de la organización. Puesta a cero del trip 2 y salimos por la misma calle por la que entramos, los trabajos de asfaltado están ahora a pleno rendimiento, salientes las alcantarillas y entre ellas los operarios en su labor. De pronto Javier para, habla con Álvaro y se vuelve al hotel, entramos en su plaza y se detiene a un costado de la salida, ligero se baja entra al hotel con premura.
- Menos mal que me acorde de que tenia la cámara de video cargando, que si no aquí se queda. Vaya cabeza la mía, volvemos a salir que nos están esperando.
Dicho y hecho, volvemos al ritual de siempre y a pasar por el arco de salida, trip a cero por segunda vez y hacia la carretera.
Salimos en dirección contraria a nuestra entrada de ayer, la mañana fresca hace que vayamos cubiertos, pero atrás queda el traje de agua y la confianza en el camino se parece a la de ayer, vamos mas relajados y tranquilos. Llaneando en suaves llanuras nos acercamos a Tinghir, donde tomamos el desvío que nos separa de la garganta de la tarde pasada. Ahora enfilamos al este y en pocos kilómetros tomamos la R113 dirección sureste. Descendemos suavemente, atravesamos desiertas y asoladas llanuras, de cuando en cuando nos topamos con algún arroyo que marca un oasis lineal a su paso. Entre desierto y manchas pequeñas de verdes franjas de follaje, nos acercamos a las llanuras del sur de Marruecos, las estribaciones del Sahara, la puerta del desierto.
Acompañados por el arroyo de Alnif, nos acercamos ala ciudad del mismo nombre, allí el roadbook nos dirige hacia el oeste, antes de llegar a Tazlarte, en la gasolinera, volvemos a poner el cero y tomamos la pista que sale frente a la misma. Al sur, directos al Sahara.
La pista comienza a parecer una vereda y aparecen las primeras lenguas de arena. Javier en segunda hecha los pies a tierra y firmemente, con una suave aceleración, vamos sorteando las trampas de la fina roca desmenuzada que se nos cruza. Me empiezo a sentir orgullosa de su manejo, lentamente, a velocidad de Javier, los compañeros van alejándose por delante y seguimos avanzando guiados por una ladera oscura a nuestra izquierda, entre tramos de prensada tierra de piedras y largas rodadas de vehículos vamos avanzando y quedan atrás las lenguas de arena.
En pié, con presiones ligeras de las rodillas sobre mi deposito, Javier va surfeando sobre las rocas y el camino se endurece entre acacias y grandes pelotes de piedra. Vamos a buen ritmo, pero lentos, noto a Javier contento, en tensión pero tranquilo, unos estrechos pasos entre piedras y volvemos a engranar tercera para seguir a buen ritmo entre las rocas. A nuestra derecha unos compañeros están parados haciendo fotos, nosotros seguimos y las piedras parecen más grandes por momentos.
Una bajada y para tener mas control Javier engrana primera, mi rueda trasera resbala sobre una piedra y lentamente Javier me acompaña en la caída inevitable hacia el rocoso suelo, siento un desgarro, un golpe seco sobre mi costado y ya en el suelo Javier apaga el motor. Con cierta premura se acerca al alto del talud y se quita el caso y la chaqueta los abandona en sitio visible, baja a mi lado, aún en el suelo, y con maña, me levanta.
- No me parece que estés tan pesada, parece que el viaje también te alijare a ti Blanquita. He puesto el casco y la chaqueta encima de unas piedras por si venia alguien que no se topara con nosotros, ahora más tranquilos salimos de esta zanja en el camino.
Con tranquilidad se sube a mis lomos y no puedo avisarle de que algo está mal, arranca y salvamos la zanja, unos metros después, en un pequeño llano, en el lateral del camino, si aquello puede tener este honroso nombre, busca con el pie una pequeña piedra que coloca debajo de la pata de cabra, que estira para que pueda sujetarme. Me abandona y sube la pequeña cuesta del talud para recoger el casco y la chaqueta. Mientras baja el talud de vuelta, se me queda mirando fijamente y sus ojos parecen salirse de las orbitas, se percata de lo que ya se, tengo pérdida del aceite por el lado izquierdo.
- Blanquita, mi torpeza nos ha vuelto a pasar una mala jugada. Estamos aquí en mitad de la nada y con la tapa del cilindro rota.
Un montón de barbaridades salen por la boca de Javier, me acaricia los plásticos del lateral del deposito y más calmado me vuelve a hablar:
- No te vas a quedar aquí, te sacaremos como me llamo Javier, vamos a esperar al coche de asistencia que he visto que viene detrás. No merece la pena llamar por el localizador GPS, vamos a soliviantar a toda la organización y en definitiva podemos poner en marcha los acontecimientos a través del coche de asistencia.
Se oyen un motor y pasa un rider, mas tarde otro grupos de moteros y otros más después, mientras, aparecen unas personas, no se sabe donde y nos miran con caras de extrañeza.
Por fin se oye un motor distinto y aparece el coche de la organización, se bajan Javi y Roberto y se preocupan por el estado de Javier.
- No, yo estoy bien, si la caída ha sido en parado, se me fue la rueda de atrás y una vez que vi que no podía sujetar a "blanquita", la acompañe en su caída, con la mala suerte que una piedra de los millones de las que hay por aquí, ha rajado la tapa del cilindro. Esguince de cilindro, que pu....ada.
Javi, toma un papel y limpia con cuidado a zona del golpe, toma su móvil y hace una foto, después de observar con detalle la foto, le dice a Javier:
- Yo creo que se puede reparar, voy a contactar con Jhonny, a ver que dice.
En una charla por mensajes de móvil, parece que hay esperanza. Roberto ofrece agua a Javier y ambos se preocupan por que beba y este tranquilo, mientras Javier no hace mas que hablar y gesticular, síntoma de que esta mas nervioso de lo que realmente dice.
Entre charla y bromas, van pasando los minutos y a lo lejos aparece una nube de polvo, una estela de esperanza, ya que según Javi, es Nomah, que viene con Jhonny a intentar reparar el desastre. La nube avanza rápidamente y se acerca de forma vertiginosa hacia nosotros, en pocos minutos el vehículo conducido por José estaciona cerca nuestra. Con alguna protesta se baja Jhonny:
- ¿Donde esta el fuego?. Este "tio" casi me descoyunta entre las piedras y los cauces.
- Te quejas de vicio, si no he pasado de segunda o tercera. - decía José entre dientes, con una enrome y cómplice sonrisa.
- Vamos a ver que le pasa a "blanquita" - dijo Jhonny con una sonrisa en sus labios, esa eterna sonrisa que cuelga perennemente de su rostro, nada parece tener importancia. Es algo común a todo el Staf... que amigos tan maravillosos.
Después de un vistazo, la opinión del experto es intervenir en el mismo sitio, así que saca herramientas y mientras habla sin parar, va desmontando la protección "anti caídas", que en este caso no sirvió de mucho. Mientras Nomah, Roberto, Javi y Javier no paran de hablar y de cuando en cuando sueltan alguna puya hacia Jhonny. Éste, sin prisa pero sin pausa, ha desmontado la tapa del cilindro, y con la palabra fácil, y la sonrisa colgante, como las casas de Cuenca, sigue en la tarea. Limpia cuidadosamente la tapa desmontada, coloca la junta para evitar que se manche de arena y polvo, a continuación lija el lugar donde está la pequeña raja. Con dedos increíblemente ágiles, como las antenas de los insectos, va lijando y se prepara para hacer un "mejunje" de "composite" de dos compuestos para soldadura en frio y con alta resistencia al calor, esto al menos dice él. Con la agilidad del saber hacer, distribuye la masilla resultante sobre la tapa del cilindro y anuncia:
- Ahora a esperar unos tres cuartos de hora o algo más y luego a cerrar, rellenar de aceite y esguince resuelto.
Mientras ellos hablaban, comían algo de lomo y pan que sacó Nomah y se hacían alguna foto, yo pensaba en seguir disfrutando por estos proyectos de camino. Cuando vi con que decisión trabajaba Jhonny, no me preocupé del resultado, seguro que seria bueno. Mal asunto si estando enferma no me fiase de mi médico.
Lentamente, que eterno es el tiempo cuando quieres que avance, fue pasando el tiempo y por fin Jhonny dio por terminada la espera, coloco la tapa, la protección y rellenó de aceite. Vamos a arrancar a ver que tal y ya puedes seguir.
Así fue la reparación y Javier monto en mis lomos y partimos detrás del coche de Javi y Roberto, por delante José y Jhonny volvían a levantar polvo en su raudo camino hacia algún punto en que fueran requeridos. Javier se aparto de Javi para no comer mucho polvo y siguiendo sus pasos salimos a la carretera, allí tomamos el enlace hacia la gasolinera en la que estaba el CP, donde nos encontraríamos todos y saldríamos en dirección al BMW CAMP.
Unas lenguas de arena, que pasamos más rápido de lo previsto por la escasez de luz, parece que se conduce mejor si no ves que ante ti tienes arena y sigues avanzando sin preocuparte del estado del firme. Entre dos luces llegamos al campamento, esta vez Javier entero y yo con mi esguince de cilindro, reparado.