Nieve, lluvia, barro, arena y un esguince de cilindro.
Haymah del BMW CAMP y descanso en Hotel Xaluca Erfoud.
Escrito por Javier (Navegante), fechado el 1 de noviembre de 2018.
Siempre me sorprende el desierto, la paz y la sensación de invalidez ante su enorme extensión y silencio. Antes de que el cielo empiece a clarear, los riders aparecen en la escampada delante de las "haymah" que les han dado cobijo. Se agrupan lentamente y salen al raso de la noche. Se dirigen a los dromedarios que rodean las explanada, con sonrisas y bromas van subiendo a los peludos lomos de aquellos fantásticos animales, que lentamente se levantan y al poco empiezan a ascender en dirección a la primera gran duna cercana, desde allí el amanecer se vera mejor que donde estamos nosotras, aún así, me parece un hermoso amanecer, rojizo, tenue y templado.
Después de amanecer, bajan los riders y comienzan las fotos de grupo, las risas y los preparativos de la marcha hacia el merecido descanso en el hotel. He visto como Javier hablaba con Jhonny, ambos habían venido a verme, Javier anoche y esta madrugada y Jhonny también, todo esta bien, el aceite sigue con su nivel y sin perdidas en el cilindro.
- Blanquita, ayer no hacia más que mirar la temperatura del aceite y los avisos del cuadro de tus instrumentos, estaba preocupado. Hoy nos tomaremos el día con tranquilidad.
Con estas palabras se subió y arrancó. Un suave susurro salio de lo más hondo de mi corazón de acero, una bocanada de aire del desierto, una caricia de la brisa de una luminosa mañana y un ritmo acompasado de las miles de explosiones de mis cilindros pusieron en marcha nuestros cuerpos, atravesamos las lenguas de arena, bien es verdad que Javier empieza a saber cada vez más y se quedo a esperar a Tony, al que pregunto cual cree que seria el mejor paso entre las dunas de arena, seguimos sus sabios consejos y todo fue mas fácil y sencillo.
Salimos a la carretera y en un paseo, fuimos atravesando varias poblaciones entre palmeras, salpicados de tramos de arena y de enromes hammadas. La temperatura era agradable y mecidos por una suave brisa, fuimos dejando atrás rotondas y desvíos para llegar a Erfoud y atravesar su corazón para seguir más allá. Llegamos a Maadid y pocos minutos después al Hotel, donde algunas motos ya estaban descansando, otras vendrían más tarde. Javier descargó todo el equipaje del baúl y marcho hacia el edificio, lentamente, como saboreando el descanso que tendríamos.