Nieve, lluvia, barro, arena y un esguince de cilindro.
Escrito por Javier (Navegante), fechado el 26 de octubre de 2018.
Parece que fue hace meses cuando Javier bajo en una mañana de aire templado al garaje. Era la mañana del día 22 de octubre de 2018, las 6:38 am en mi reloj, pusimos rumbo al trabajo y me pareció algo anodino, insulso, pero salir de la monotonía es siempre agradable. En mi interior pensaba en viajes, aventuras y avatares, mientras las luces de la ciudad acunaban la oscura noche en la madrugada de la gran urbe de asfalto.
Serian las 9:00 cuando después de estar aparcada en una acera, Javier tomo las riendas, contacto y en marcha. Con seguridad que el camino era el taller de los amigos de Rolen. Llegamos en breve tiempo, tan breve que no tuvimos placer en el viaje.
Pasadas las 16:07 pm, Javier vino a buscarme, tenia la cara iluminada por una enorme sonrisa, me pareció que era la misma sonrisa que tenia yo, ruedas de tacos, limpia, revisada... aventura a la vista y emoción incontrolada en mi electrónica. Directos al garaje y de excitación permanecí toda la noche en un eterno duermevela. Así pasarían tres infinitos días.
Es tan vivo el recuerdo de aquel viernes 26 de octubre, que puedo decir que exactamente a las 12:56 Javier apareció en el garaje con el baúl y dos bolsas de hule, me desencadeno de las columnas del garaje y tras acomodar el equipaje, se subió, liviano, en mi sillín y busco el hueco, señal de que la tirada seria larga.
Partimos en dirección sur, Andalucía. Mientras avanzamos a buen ritmo, Javier se acerco al deposito y en un susurro emocionado:
- Blanquita, otro Espíritu GS en Marruecos, la aventura de sentir nos espera.
Iban cayendo kilómetros y también los acompañaba el sol en su ocaso, Valdepeñas, Almuradiel, Despeñaperros, La Carolina, Jaén y enfilamos a Granada, cuando salimos de la autovía para hacer un alto en el camino, un "gin gasolina" para mi, como dice Javier y un refresco para el.
Atravesamos Granada y dirección Motril. Fue una tarde templada, agradable. Llegamos al hotel del evento y el reencuentro con viejos conocidos, si tengo que decir que eche en falta a "blanca" mi amiga, la moto de Silvia.
Iban llegando moteros y la ilusión en los rostros de las maquinas y de sus riders, hizo que el día fuera un poco más largo que de habitual. La noche al fin se hizo con su eterna batalla al sol y quedamos solas en el parquing, soñando con llanuras y montañas, las estrellas parecían señalar los caminos de nuestros electrónicos anhelos.